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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | ¿Qué nos impide entrar en el reino de Dios?

La buena noticia es que incluso en los lugares donde nos alejamos de la invitación a entrar en Su reino, no estamos más allá de la esperanza

Abp. Rozanski

Queridas hermanas y hermanos en Cristo:

Hay buenas y malas noticias en las lecturas de esta semana.

Las malas noticias son sobre las cosas internas y externas que nos impiden entrar al reino de Dios.

Hay cosas externas, como las posesiones del joven rico en el Evangelio de Mateo. Pero el profeta Ezequiel también advierte sobre las cosas internas, como la presunción de corazón (los que se creen dioses) y los pastores que se preocupan más por sí mismos que por sus ovejas. Además de este diagnóstico interno, Jesús cuenta la parábola de los trabajadores de la viña, advirtiendo sobre la envidia hacia la generosidad de Dios.

¡Las lecturas nos hablan de los factores externos e internos que hacen que las personas se alejen del reino de Dios! La pregunta no es: “¿En qué se equivocaron?” La verdadera pregunta es: “¿Qué es lo que, en mi propia vida, sigue el mismo patrón, ¿qué me hace alejarme del reino de Dios?”

La buena noticia es que incluso allí, en los lugares donde nos alejamos de la invitación a entrar en el reino, no estamos más allá de la esperanza.

Esta semana escuchamos la visión de Ezequiel del valle de huesos secos. Los huesos secos representan la situación externa e interna del antiguo Israel. Gritan: “Nuestros huesos están secos; no tenemos ninguna esperanza, estamos perdidos.”. Dos dimensiones de este lamento son clave para nosotros. Primero: Dejados a su suerte, esa afirmación es 100% cierta: ¡están aislados y sin esperanza! Segundo: Pero no están más allá de la ayuda de Dios. Cuando Dios pone Su Espíritu en los corazones de las personas, los huesos secos vuelven a la vida. ¡Ambos elementos de su historia se aplican a nosotros!

Celebramos el reinado de la Santísima Virgen María esta semana (22 de agosto). Si lees atentamente las palabras de Ezequiel, puedes ver que María vivió la restauración prometida del pueblo en su propio cuerpo. Dios dice: “Pondré mi espíritu dentro de ti para que vivas”. María no necesitaba ser limpiada del pecado. Pero las promesas acerca del espíritu de Dios que moraba en su pueblo se cumplieron en ella y a través de ella.

San Pedro le dice a Jesús: “Lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. ¡Ahí está el patrón para nosotros! ¿A qué es lo que tenemos que renunciar, interior o exteriormente, para seguir a Jesús más profundamente hoy, esta semana, este mes? ¡La clave no es que seamos perfectos todos a la vez hoy! La clave es que le presentemos nuestros “huesos secos” cada día y dejemos que Él nos traiga a la vida. ¿Necesitamos renunciar a nuestras posesiones para poder recibirlas todas de la mano de Dios? ¿Necesitamos renunciar a las actitudes que nos hacen autosuficientes para que podamos confiar más profundamente en Dios?

Las lecturas de esta semana son un cuento con moraleja. Dios nos da un poder asombroso: el poder de alejarnos de Su reino. Pero las lecturas de esta semana también son un relato esperanzador. Dios está dispuesto a otorgar un poder aún más asombroso: el poder que devuelve la vida a nuestros huesos secos. ¿Cómo ejercerás tu poder hoy?

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