SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | La cuaresma ofrece terreno abundante para la esperanza y el realismo
Esta semana, centrémonos profundamente en Jesús y en ofrecer nuestras vidas como una medicina para el mundo
Queridas hermanas y hermanos en Cristo:
¿Qué medicina necesita más el mundo en estos días, psicológica y espiritualmente, y cómo podemos transformarnos en esa medicina?
Esta semana, el profeta Ezequiel nos da una bella visión de un río que fluye del templo de Dios en el cielo — primero como un goteo, luego progresivamente aumenta su caudal hasta los tobillos, luego hasta las rodillas, luego hasta la cintura y finalmente como un río caudaloso que uno solamente puede cruzar nadando. El río riega árboles que dan frutos cada mes: “Su fruta servirá como alimento y sus hojas como medicinas”. Ezequiel nos da una visión del cielo y un reto para el pueblo de Israel — que se transforme en esos árboles vivientes, sanadores, que sacan su fuerza de Dios. Esta semana él nos da los mismos retos.
Esta semana, el Evangelio de San Juan relata la tercera señal de Jesús, cuando sana a un hombre que había estado enfermo por 38 años. El hombre esperaba que se agitara el agua curativa de la piscina de Bethesda, pero cada vez, alguien más entraba en el agua antes que él. Jesús, sin embargo, lo sana instantáneamente. Lo que quiere decir Juan es claro: Jesús mismo es el agua viva, sanadora de Dios. Y, como Jesús nos dice, el agua viva puede fluir en nosotros si lo seguimos a Él.
Las lecturas de esta semana, por lo tanto, contienen un reto y una llamada: podemos ser un bálsamo sanador para el mundo. Pienso que una manera para hacerlo es fomentar una combinación de realismo y esperanza.
Necesitamos fomentar el realismo porque el pecado es pecado, y el pecado obra en el mundo y en cada ser humano, pero el realismo sin esperanza se transforma en cinismo, ¡y el cinismo no es la medicina que el mundo necesita en ese momento! De manera que también necesitamos fomentar la esperanza.
Sin embargo, la esperanza Cristiana es diferente del optimismo seglar. El optimismo seglar está arraigado en la idea de que las cosas siempre mejorarán porque el “progreso” es la ley de la historia. Cuando se trata de tecnología, eso es cierto — ¡la tecnología hace progresos constantes! No obstante, cuando se trata de la moralidad, puede demostrarse que la idea es falsa. La moralidad humana es una lucha constante. El pecado no ha disminuido a través de la historia.
Las próximas semanas de la Cuaresma nos adentran más intensamente en el camino de Jesús. Ese viaje ofrece terreno abundante tanto para la esperanza como para el realismo. ¡Podemos tener esperanzas, porque sabemos que Jesús saldrá victorioso al final! Sin embargo, también necesitamos ser realistas, porque sabemos que el camino de la victoria es a través de la Cruz.
Cuando ponemos nuestra esperanza en el “progreso”, tendemos a un optimismo que no es real, o a un cinismo que carece de esperanza. Ni tampoco es la medicina que el mundo necesita en este momento. Cuando ponemos nuestra fe en Jesús, podemos ser realistas y tener esperanzas. ¡Esa es la medicina que el mundo necesita!
Esta próxima semana, a medida que profundizamos nuestro viaje por la Cuaresma, y los eventos del mundo se hacen más oscuros, concentrémonos profundamente en Jesús. Si lo hacemos, creo que podemos satisfacer el reto de Ezequiel. Nos podremos transformar en arboles vivientes, sacando nuestra fuerza de Dios, combinando realismo y esperanza, y ofreciendo nuestra vida como medicina al mundo.