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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | La gracia de Dios ilumina nuestra oscuridad interna

De la misma manera, somos llamados a llevar la luz de Cristo a los demás

Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,

A medida que avanzamos al mes de diciembre, el mundo físico se caracteriza por una oscuridad adicional. Es apropiado ver a la gente colocando luces en medio de esa oscuridad. La visión de esas luces nos trae una cierta alegría y paz.

Todos experimentamos también la oscuridad en nuestros corazones — cada uno de su propia manera. En esos lugares de oscuridad interna, es importante para nosotros recibir la luz de la gracia de Dios. Las lecturas del profeta Isaías nos hablan de una manera muy especial esta semana. Durante toda la semana escucharemos el mensaje que él llevó al antiguo Israel en momentos de oscuridad nacional. Había incertidumbre y temor en el corazón del pueblo, y Dios les envió mensajes de esperanza: “En ese día, del árbol de Jesé germinará un nuevo brote, y de sus raíces brotará un retoño”, “En esta montaña el Señor Dios de los ejércitos proveerá para todos los pueblos” y así sucesivamente. Siete veces en las lecturas del miércoles Isaías menciona lo que el Señor hará y luego, ¡14 veces en las lecturas del sábado! Dios envía una luz de esperanza en la oscuridad de los corazones de la gente. La temporada de Adviento nos lleva a la misma esperanza.

También existe la oscuridad moral — lugares donde nuestra cultura esta fundamentalmente confundida acerca del bien y del mal. Para nosotros es importante llevar la luz del Evangelio a aquellos lugares de oscuridad moral. ¿Cómo podemos hacerlo?

Esta semana, el 30 de noviembre, celebramos la fiesta de San Andrés. Una de las grandes descripciones de Andrés está en el Evangelio de San Juan. Al describir su interacción con Pedro, simplemente dice: “lo llevó a Jesús”.

Por favor no me malinterpreten: la teología es de una ayuda enorme en todo tipo de maneras. Sin embargo, Andrés no necesitó un grado en teología para compartir su experiencia de Jesús, y nosotros tampoco. Cuando compartimos nuestra experiencia de Jesús, llevamos la luz a los sitios oscuros — ¡y nuestro mundo necesita más luz!

Esta semana, el 3 de diciembre, celebramos la fiesta de San Francisco Javier, el gran misionero Jesuita. Él llevó la luz de Cristo a lugares remotos. Sin embargo, quizás hoy la gran misión está cerca de nuestra casa: con nuestros vecinos y en nuestros lugares de trabajo.

Muchos de nosotros estamos, o pronto lo estaremos, colocando las luces de Navidad. ¡Eso es grandioso! Cuando lo hacemos, rechazamos la oscuridad con un símbolo físico de la luz de Cristo. Aceptemos con igual facilidad la luz de la gracia de Dios en nuestros corazones y de la misma manera ofrezcamos al mundo la luz del evangelio.

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