FRENTE A LA CRUZ | Las transiciones de Dios a menudo son invitaciones a tener una relación más profunda con Él
Durante este tiempo de aislamiento, hemos visto cómo Jesús está presente entre nosotros de una manera diferente
Las lecturas de esta semana nos preparan para la Ascensión. Jesús les dice a sus discípulos directamente: “Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo de nuevo el mundo y vuelvo al Padre”. (Juan 16:28). Sin embargo, ¡no interprete esto en la forma equivocada! La lección clave de la Ascensión no es el hecho de que Jesús se va sino más bien que Él cambia la forma en la que está presente entre sus discípulos.
También oímos esta semana acerca del tiempo de san Pablo en Atenas, y su posterior viaje a Corinto. En Atenas, predicó el Evangelio de una forma muy sofisticada, diseñada perfectamente para ser atractiva a la cultura prevalente de la época. Esa presentación dio muy pocos frutos. Por contraste, a los corintios les proclamó a Cristo crucificado. Ese mensaje ganó muchos conversos.
En la Ascensión, Jesús cambió la forma en la que está presente entre nosotros. En Corinto, san Pablo cambió la forma en la que proclamó el Evangelio. Estas fueron realmente dos grandes lecciones de los últimos dos meses, ¿no es así?
Como seguidores de Jesús, hemos tenido que acostumbrarnos a nuevas formas de permitirle estar presente entre nosotros. Así, por ejemplo, muchas personas han aprendido a recibir la comunión espiritual porque no podían estar presentes en la misa para recibir la comunión sacramental.
Y, como proclamadores de Jesús, hemos tenido que ser creativos acerca de cómo llegamos a otras personas a través del Evangelio. Una de las cosas más sorprendentes de los últimos dos meses ha sido ver la enorme creatividad que han demostrado los sacerdotes, parroquias y organizaciones católicas en todo el país. Hemos hecho un trabajo mucho mejor para llevar el Evangelio a los hogares de la gente. Sospecho — ¡y espero! — que hemos aprendido una lección que permanecerá, y simplemente no volveremos después al anterior statu quo.
Sin embargo, deseo también hacerles una pregunta acerca de los cambios. Una de las cosas que he escuchado de las familias estos días es que, en cierta forma, este cierre general ha sido un alivio. La mayor parte de los días los padres y niños se la pasaban cumpliendo un horario repleto de actividades; los frutos eran un gran estrés y una poca conexión entre ellos. En estos dos últimos meses le dieron un alto a ese frenético horario. El pasar más tiempo juntos los ha llevado a una mayor sensación de paz, y a una mayor conexión entre unos y otros. El Espíritu Santo nos está enseñando una lección con estos frutos — ¿es esa una lección que queremos olvidar cuando las cosas vuelvan a la normalidad?
Si miramos a través de la historia de la salvación usted descubrirá que Dios a menudo al tratar de hacer una transición con su pueblo, los lleva a establecer una relación más profunda con Él. También encontrará que la gente a menudo está muy rezagada con respecto a las iniciativas de Dios. Usualmente se necesita algo dramático — como el éxodo, el exilio o Pentecostés — para hacer que las personas acepten la invitación de Dios.
Hay una invitación en nuestra experiencia de los últimos dos meses. Dios nos está invitando a prestar una atención más profunda a las diferentes maneras en las que Él puede y quiere estar presente entre nosotros, y nos muestra el fruto de ejercitar una mayor creatividad en la forma en la que proclamamos la Buena Nueva al mundo. Las lecturas de esta semana nos dicen que esta clase de cambios han sucedido antes. Espero que el día de hoy aceptemos la invitación de Dios.