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FRENTE A LA CRUZ | Los laicos son llamados a estudiar y ejercer el “sacerdocio bautismal”

Un nuevo presidente tomará posesión de su cargo el viernes 20 de enero. ¿Cómo nos estamos preparando espiritualmente?

Tal vez queramos olvidar lo polémica que fue la campaña presidencial, o tal vez olvidar la respuesta inestable a los resultados. Pero, como personas de fe, no debemos olvidar.

En lugar de ello, debemos volver sobre estos puntos y preguntarnos: ¿cómo puedo contribuir al bienestar del país en los próximos cuatro años? ¿Si los próximos cuatro años pudieran medirse por nuestras acciones y actitudes, como serían recordados? Responder a estas preguntas requiere preparación espiritual.

La Carta a los Hebreos, que leeremos esta semana, nos da un camino fructífero a seguir.

Toda la semana, las lecturas de los Hebreos se refieren al sumo sacerdocio de Jesús, nosotros compartimos ese sacerdocio. Como lo explica el catecismo: Los bautizados “comparten el sacerdocio de Cristo, en su misión real y profética. … El bautizo nos hace participar en el sacerdocio común de los fieles.” (CCC 1268)

Es verdad, el sacerdocio ordenado y el común son diferentes, pero a menudo, haciendo una lista de las cosas que los laicos no pueden hacer, nos fijamos en la parte negativa de esas diferencias y no en el desarrollo de nuestro entendimiento positivo. ¿Qué es el sacerdocio bautismal y cómo se ejerce?

El Catecismo nos guía en términos de consagrar el mundo a Dios, por la realización en el Espíritu de nuestras obras, oraciones, comprensión, vida familiar, el descanso espiritual y corporal, y así sucesivamente (CCC 901). La palabra clave en esta descripción es “Consagración”.

Primero, el lenguaje de la consagración es premeditado. Los sacerdotes ordenados consagran el pan y el vino, y así se convierten en el Cuerpo y Sangre de Cristo. El laico consagra el mundo, y así lo transforma en sacrificio espiritual agradable a Dios.

Segundo, la consagración no está separada o es adicional a la vida cotidiana, sino que está en medio de ella. Interceder por otras personas, escucharlas con atención, trabajar con diligencia, proveer para nuestra familia, y cualquier otra actividad de nuestra vida cotidiana, haciéndolas como una ofrenda a Dios, es la manera como los laicos consagran el mundo.

Los seminaristas estudian en el seminario al menos cuatro años antes de ser ordenados como sacerdotes. ¿Qué tal si dedicamos los próximos cuatro años a estudiar el sacerdocio bautismal? ¿Qué es y cómo se ejerce? Usted no tiene que esperar cuatro años para ejercerlo. En su lugar, con cada año que pase, usted lo ejercerá intencionalmente — acercándose más a Cristo y trayendo a Cristo a la vida de otros, al hacer sus palabras y obras diarias como una ofrenda y consagrando el mundo a Dios. Así serán cuatro años bien aprovechados, no importa lo que pase a nivel del gobierno.

Ejercer el sacerdocio bautismal de una manera más profunda — al traer el reino de Dios más cerca de cada una de las personas de nuestro círculo de influencias — sería una gran forma de contribuir al bienestar del país en los próximos cuatro años. Tal vez deberíamos orar por eso, a medida que nos preparamos para la inauguración del nuevo gobierno. 

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