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FRENTE A LA CRUZ | “Orando siempre” significa hacer todo en la presencia de Dios

Quah-kah-ka-num-ad. Es el nombre que los indios Potawatomi dieron a Santa Rosa Filipina Duchesne: “Mujer que ora siempre”

Celebramos la fiesta de Santa Rosa Filipina esta semana (el 18 de noviembre). También leeremos secuencialmente a través del Evangelio de San Lucas, y el pasaje que justamente corresponde en el día de su fiesta, habla de Jesús instruyendo a los discípulos “acerca de la necesidad de que oraran siempre” (San Lucas 18:1). ¡Esta notable coincidencia puede ser la manera de Dios para atraer nuestra atención!

Lo primero que debemos tener en cuenta es que Lucas 18 no es el único sitio en el Nuevo Testamento con esta advertencia. También la vemos en Efesios 6:18 — “Orar en todo momento en el Espíritu” — y en 1 Tesalonicenses 5:17 — “Orad sin cesar”. Así que no hay cómo evitarlo.

Pero la advertencia también nos plantea una pregunta: ¿Es esto posible? Después de todo, tenemos trabajo que hacer — comidas que cocinar, correos electrónicos que responder, proyectos que terminar.

Tenga en mente lo que nos enseñó San Francisco de Sales: Nuestra devoción, si va a ser fiel a la llamada de Dios, tiene que ser apropiada a nuestra estación y etapa de vida. Él nos recuerda que no es “apropiado para un obispo querer llevar una vida solitaria como un hermitaño”. Nos recuerda a los laicos que no es apropiado “para un hombre de trabajo pasar su día entero en la iglesia como un religioso”. Nos asegura que no todo el mundo es llamado a ser un monje o una monja de clausura. Sin embargo, también nos dice que hay formas para orar en todo momento y que están disponibles para quienes tienen trabajo que hacer.

El catecismo de la Iglesia Católica nos dice algo instructivo y útil sobre este tópico: “la vida de oración es el hábito de estar en la presencia de la Santísima Trinidad de Dios y en comunión con Él” (CIC 2565). ¡Ahora tenemos un destello de esperanza! Puedo ir a mi día de trabajo, pero si hago todo en la presencia de Dios y en comunión con Él, mi trabajo puede ser hecho dentro de la vida de oración.

Sin embargo, el catecismo también nos advierte que “no podemos orar ‘en todo momento’ si no oramos en horas específicas” (CIC 2697). Los hábitos se construyen de repetición de actos. No desarrollaré el hábito de estar en la presencia de Dios en todo momento si no repito el acto de tener presente a Dios en tiempos particulares.

Jesús nos dice que oremos en todo momento. Santa Rosa Filipina Duchesne mostró que esto es posible. San Francisco de Sales nos aclaró algunas de las objeciones obvias. El catecismo nos guía para llegar allí. En la medida que reservemos más momentos específicos para estar en oración en la presencia de Dios, mayor será la esperanza de desarrollar el hábito de estar en su presencia, y en comunión con Él, en todo momento. 

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