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FRENTE A LA CRUZ | La disciplina de la cuaresma contrarresta la creencia de que nuestros deseos nos definen

La cuaresma comienza esta semana. ¿Cuál es su plan?

Algunas veces nuestra disciplina para la cuaresma se siente como al azar. Renunciamos al chocolate, la cerveza, o cualquier otra cosa — no porque intrínsecamente le demos valor, sino más bien porque sentimos que debemos renunciar a algo. Esta aparente escogencia al azar puede transformarse en un argumento — algunas veces de otros, otras veces en nuestra propia mente — en contra de mantener la disciplina. ¿Eso realmente importa?

Estoy de acuerdo con disciplinas bien escogidas para la cuaresma. Sin embargo, aun las disciplinas escogidas aparentemente al azar tienen un tremendo valor para nosotros mismos y para nuestro mundo, y deberíamos aferrarnos a ellas.

¿Por qué?

Piense en el patrón de las acciones de Jesús. El mundo se había descarriado a través del pecado. ¿Que hizo Él? Él no se mantuvo simplemente fuera del problema, le dijo a las personas “necesitas ser más como Yo soy”. Esto podría ser cierto, y justo. Sin embargo, Él nos da una respuesta más profunda. Él repara con su propio cuerpo los pecados del mundo. Donde Adán dijo no, Jesús dijo sí. Cuando Adán falló en el jardín (del Edén), Jesús triunfó en el jardín (en Getsemaní). Cuando Adán falló en el árbol (el árbol del bien y del mal), Jesús tuvo éxito en un árbol (en la Cruz). Jesús deshizo los pecados de los demás, y lo hizo contrarrestándolos justo en su punto de partida.

Este es un patrón para nuestra Cuaresma.

El mundo en nuestros días se ha desviado nuevamente. Una forma en que lo ha hecho es hacer que “nuestros deseos” sean la medida para todo. “Actúa de acuerdo con tus deseos y defínete a ti mismo por tus deseos” se ha transformado en el principio que gobierna nuestra cultura.

¿Qué debemos hacer con estas medidas erróneas de la humanidad?

Podríamos quedarnos fuera del problema y criticarlo. Seguro, ¡hay mucho que criticar! Sin embargo, la verdad de nuestras críticas a menudo no nos permite ver la necesidad de una respuesta más profunda.

Una respuesta más profunda sería seguir a Jesús: llevar ese pecado a la cruz de nuestras propias vidas, justamente donde está su raíz. Esto significa no permitir que nuestros deseos nos gobiernen o nos definan.

“Quiero una hamburguesa con queso” pero es viernes de Cuaresma, así que tendrá que ser un sándwich de queso. “Quiero algo con chocolate”, pero yo decidí dejar el chocolate durante la Cuaresma, así que el chocolate tendrá que esperar. “Quiero ver televisión. Quiero ver Netflix. Quiero revisar Facebook” No, no, no.

Sin embargo, en cada “No” que decimos durante la Cuaresma — tal como cada “No” en la vida cristiana- tiene en sus raíces un “sí” más profundo. Y el “sí” es esto: que nuestra identidad es más que nuestros deseos.

Somos, primera y principalmente, los hijos e hijas amados de nuestro Padre Celestial. Algunos de nuestros deseos son consistentes con esta identidad: podemos actuar sobre esos deseos. Otros no son consistentes con esta identidad, y somos llamados a no actuar sobre ellos. Todos estos deseos son parte de nosotros. Ninguno de ellos nos define.

La disciplina cuaresmal — no importa que tan bien la escogemos o que tan aleatoria es nuestra escogencia — contrarresta uno de los pecados centrales de nuestro mundo en su propio punto de partida. Fortalece la capacidad de gobernar nuestros deseos de acuerdo con un principio más profundo. Eso hace una contribución a la tarea central de la vida cristiana: gobernar nuestros deseos de acuerdo con nuestra identidad en Cristo.

¡Feliz Cuaresma! 

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