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SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA | Es importante recibir y compartir la Palabra de Dios con gran ardor

Debemos prestar atención al fervor con el que compartimos la Buena Nueva

Abp. Rozanski

Queridas hermanas y hermanos en Cristo:

Las lecturas de esta semana centran nuestra atención en la Palabra de Dios.

Escuchamos del Evangelio de Juan: “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida”.

Escuchamos al profeta Isaías: “Así como de los cielos descienden la lluvia y la nieve, y no vuelven allí hasta que hayan regado la tierra, haciéndola fértil y fructífera… Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía”.

Escuchamos en el Evangelio de Mateo: “No solo de pan se vive, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

Jesús nos da el Padre Nuestro para que podamos orar con las mismas palabras que Él nos dio.

Escuchamos del profeta Jonás: “La palabra del Señor vino a Jonás por segunda vez”.

Finalmente, dos veces al final de la semana, escuchamos a Jesús en el Sermón de la Montaña hablar como la Palabra viva de Dios: “Han oído que fue dicho… Pero yo les digo…” Reflexionando sobre esto, el Catecismo de la Iglesia Católica dice: “En Jesús, la misma Palabra de Dios, que había resonado en el monte Sinaí para dar la ley escrita a Moisés, se hizo oír de nuevo en el monte de las Bienaventuranzas” (CIC 581).

Las lecturas de la semana son muy claras al enfocar nuestra atención en la Palabra de Dios, y me gustaría destacar dos aspectos de ese enfoque en conjunto con nuestra visión de evangelización “Los discípulos hacen discípulos”.

Primero, es importante que recibamos la Palabra de Dios con nuevo ardor. Cuando alguien habla sobre nuestra canción favorita o una película que estamos viendo, ¡le decimos que se callen! ¿Tenemos ese mismo ardor por escuchar la Palabra de Dios, o dejamos que otras cosas en nuestras vidas “hablen” de nuestra atención a la Palabra? ¡Descubrir un nuevo ardor para recibir la Palabra de Dios es importante porque Él es la clave de nuestra vida eterna! Podemos empezar a recibir esa vida, incluso ahora, más profundamente, pero tenemos que quererla.

En segundo lugar, es importante que compartamos la Palabra de Dios con otros con nuevo ardor. ¡La Palabra de Dios, morando en el cielo desde toda la eternidad, no se quedó allí! Anhelaba comunicarse con el mundo y, por lo tanto, vino al mundo como el Verbo encarnado. ¡Esa misma Palabra de Dios ahora habita en nosotros y no quiere quedarse allí! Él anhela salir de nuevo, pero ahora salir de nosotros como la Palabra hablada y compartida en nuestras palabras.

Cuando tenemos buenas noticias sobre los Chiefs, los Cardinals o los Blues, no podemos esperar para compartirlas con alguien. ¡Está bien! Pero es hora de que descubramos un nuevo ardor, no menos que nuestro ardor por los deportes, para compartir la Palabra de Dios.

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